La observación de marinas es una de las
experiencias más apasionantes en el mundo de la ornitología. Cada vez tenemos
más conocimientos sobre ellas, pero su vida se desarrolla en un medio tan ajeno
a nosotros, que nunca les abandona ese halo de misterio que tanto entusiasma.
Observarlas no es tarea fácil. Normalmente se hace
desde promontorios y cabos que nos acercan brevemente a ellas. Una brevedad
extrema tanto en el tiempo como en el espacio. Ocasionalmente surge también la
posibilidad de realizar salidas pelágicas hasta los límites de la plataforma
continental, allá donde los afloramientos marinos proporcionan abundancia de
nutrientes y donde tienden a producirse grandes concentraciones de aves. En
cualquier caso, la observación de un ave marina suele ser cosa de segundos. Por
eso es tan importante familiarizarse con cada especie, recordar detalles
morfológicos y estructurales, formas de vuelo, o cualquier otra cosa que nos
ayude en la identificación. Existen especies de costumbres más costeras y más
fácilmente detectables, en tanto que otras rara vez se acercan al litoral, y sólo
con fuertes tempestades pueden ser observadas desde tierra.
La fotografía de este Ornitonigma del verano
fue hecha desde una embarcación varias millas mar adentro. Como vemos, se trata
de un ave oscura, con cuerpo fusiforme y cola más bien corta de apariencia
puntiaguda. ¡Pero atención, porque ese efecto no está producido por una
prolongación de las rectrices centrales, sino por la proyección de los dedos,
que sobresalen un poco del extremo de la cola! Este dato es crucial, ya que
descarta directamente al Págalo parásito (Stercorarius
parasiticus), un ave mucho más compacta de alas más cortas, anchas y
puntiagudas. Esta especie presenta dos formas, una clara, y otra oscura, que es
la que podría dar lugar a confusión con el ave misteriosa. Una págalo, sin
embargo, recuerda mucho a una
falconiforme: pecho prominente, parte posterior esbelta, alas anchas y
marcadamente puntiagudas, con un arco carpal muy pronunciado, que hace que lleve
la “mano” más adelantada en relación al brazo. Su vuelo recuerda en general al
de una rapaz, con aleteos continuos, profundos y poderosos. No obstante en
circunstancias meteorológicas adversas, puede utulizar otros formas de vuelo, que
aunque inicialmente puedan despistar, nunca se alejan demasiado de la pauta
general descrita. Y no olvidemos los llamativos espejos blancos que forman los
cañones de las primarias externas, ausentes en nuestra ave misteriosa.
Las otras dos especies pertenecen al orden de
las Procelariformes. La Pardela balear (Puffinus
mauretanicus) es un endemismo mediterráneo, que después de reproducirse en
las Islas Baleares, se desplaza a través del estrecho de Gibraltar hasta el
Golfo de Vizcaya. Se trata de un ave con partes superiores marrónes (más o
menos oscuras según la edad y el estado del plumaje) e inferiores más pálidas.
La variabilidad es bastante importante. Así nos encontramos ejemplares con
partes inferiores pálidas, aunque siempre manteniendo axilas, vientre e
infracobertoras caudades oscuras (en estos ejemplares el límite entre las
partes superiores oscuras y las inferiores pálidas, siempre es muy difuso y mal
delimitado); frente a ejemplares extremadamente oscuros, que presentan siempre
un cierto moteado claro sobre el pecho, el vientre, las infracobertoras caudales
y la parte central del ala inferior. Se trata de un ave poco elegante, con un
vientre prominente, alas relativamente anchas y cortas para una pardela, además
de rectas y de extremos redondeados. Su vuelo es espasmódico y relativamente
pesado.
La Pardela sombría (Puffinus griseus), por el
contrario, es un ave esbelta, de silueta elegante, con cuerpo esbelto y muy
apuntado en su extremo final, alas largas, estrechas y puntiagudas. Puede mantener
las alas rectas como la balear, pero lo más común es apreciar un acusado arco
carpal y una diferencia importante entre la longitud del brazo y la mano, mucho
más corta. Tiene un vuelo ràpido, enérgico y poderoso, al tiempo que ágil y
ligero, con frecuentes y acusados quiebros. Yo la considero el albatros entre
nuestras pardelas.
De cuerpo marrón achocolatado, muy oscuro a
distancia, y sin atisvo alguno de blanco o claro sobre el cuerpo y parte
superior de las alas, llama la atención el fuerte contraste producido por los
espejos luminosos de la parte inferior del ala, rasgo diagnóstico que la
diferencian del resto de pardelas que visitan nuestras aguas.
A partir de lo expuesto, se puede contrastar
la información con la imagen. El ave de la fotografía és un probable juvenil de
Puffinus mauretanicus, fotografiado
en aguas gallegas a mediados de este verano de 2013.
Puffinus mauretanicus |
Hasta el próximo Ornitonigma y muchas gracias
por vuestro interés.
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