Aún recuerdo cuando comencé en esto de la
ornitología, los quebraderos de cabeza que me dieron los limícolas, y que aún e
siguen dando de vez en cuando. Entonces el abanico de guías de identificación
era mucho más limitado, la óptica era de peor calidad y las cámaras de fotos...
¡Vaya, que no había pelas! No obstante, tuve la suerte de tener cerca de casa
uno de esos santuarios para las aves limícolas: la ensenada de Llodero en la
ría de Avilés (Asturies). Allí compartí horas y horas de observación con grandes
maestros en la identificación de aves, como Elías García Sánchez y César
Álvarez Laó. Un fuerte abrazo para ambos. El reto del mes de abril era identificar un
limícola que en aquellos tiempos resultaba bastante escaso por aquellos lares.
Posteriormente se volvió más frecuente, hasta casi igualarse con su pariente
más cercano.
Las fotografías a veces engañan, pero parece
tratarse de un ave de tamaño mediano, longilinea y elegante. Se alimenta en
aguas profundas, por lo que se puede intuir de patas y cuello largos. El
plumaje es poco llamativo, con partes superiores, cuello y pecho marrón grisáceas
y partes inferiores blancuzcas. A simple vista no hay ningún rasgo que resulte
especialmente llamativo, sólo un suave orlado blanco cremoso en cobertoras y
terciarias. Cabe recordar que los limícolas pasan por diferentes plumajes.
Durante la época reproductora suelen mostrar diseños llamativos, en contraste
con las libreas más modestas que lucen fuera del periodo reproductor.
Igualmente, juveniles y adultos muestran patrones diferenciales, aunque ambos
convergen en un plumaje invernal muy semejante. Dicho esto y basándonos en los
rasgos que apreciamos a primera vista, se puede decir, sin temor a equivocarnos,
que el ave de la fotografía luce una librea invernal.
Analicemos las diferentes especies propuestas.
En el caso del Archibebe común (Tringa
totanus), las cobertoras alares y las terciarias muestran un moteado oscuro,
que está ausente en el ave de la fotografía. Estructuralmente además es menos
estilizado y longilíneo.
El Archibebe claro (T. nebularia) es más estilizado. Sin embargo, el plumaje es de un
gris menos marronéceo, más oscuro, con el cuello rayado sobre fondo pálido, no
tan uniforme como el ejemplar de la fotografía. Además, las escapulares,
cobertoras alares más internas y terciarias presentan un borde pálido a modo de
muescas, característica que tampoco se observa en nuestro ejemplar.
Descartado el géro tringa, nos quedan las dos
especies de Limosa. La aguja
colipinta (Limosa lapponica) es una
candita poco probable. ¿Por qué? Estructuralmente difiere bastante del ejemplar
de la fotografía. Son aves en general más panzudas y compactas, mostrando un
aspecto menos elegante y estilizado. El patrón del plumaje en invierno es mucho
más contrastado, con el centro de las plumas oscuro y bordes claros, pudiendo presentar
los ejemplares de primer invierno un patrón más contrastado con muescas pálidas
especialmente visibles en grandes cobertoras y terciarias.
Limosa lapponica (invierno) con Calidris alpina. |
Nos encontramos, por tanto, ante la última
posibilidad, la Aguja colinegra (Limosa limosa),
un ave de aspecto uniforme con dos tonalidades: marrón grisáceo en cabeza,
cuello, parte superior del pecho y partes superiores; y partes inferiores
blancas.
Limosa limosa |
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