Aún recuerdo la primera vez que asistí a una
jornada de anillamiento y uno de los anilladores sacó de la bolsa un paseriformestrampeado y me preguntó: “¿Qué es esto?” Estoy seguro de que mi
respuesta, errónea o no, habría sido casi inmediata si lo hubiera visto entre
la vegetación a través de los prismáticos. Sin embargo en aquel momento me
quedé pensativo, procesando detalles que en una observación a distancia habrían
sido dífíciles o casi imposibles de ver. Me sentí, por decirlo de alguna manera,
desbordado por los detalles; o lo que es lo mismo, el cambio de perspectiva
había “anulado” gran parte de mis estrategias para identificar aquella especie. Era una
experiencia completamente nueva para mí. Pensad que en la identificación de un ave, además de los datos objetivos que tenemos sobre ella, están aquellos
otros elementos subjetivos que nuestra propia esperiencia con la especie nos ha aportado. “Creo que es una Buscarla unicolor”, respondí
finalmente. Y en efecto lo era, pero tardé lo que me pareció una eternidad en
procesar aquella información que una visión tan cercana me proporcionaba.
El pasado mes de mayo, os propuse este reto en
el Ornitonigma. De un total de 29 votos, el 48% fueron para la curruca
carrasqueña, un 34% opinaba que era una curruca zarcera, un 13% que era una curruca
mosquitera, y sólo el 3% pensaron que se trataba de una curruca tomillera. Y en
efecto, se trata de una curruca carrasqueña (Sylvia
cantillans). Veamos el porqué.
Sylvia cantillans |
Lo que vemos en un primer momento es un ave de
plumaje discreto, con algunos ligeros contrastes, siendo el más notable el que
se aprecia entre la cabeza y resto de partes superiores oscuras y partes
inferiores blanco cremosas; parece de tamaño más bien pequeño, estructura
esbelta, buena proyección de las primarias y cola relativamente corta. Esta
visión general permite descartar una de las especies propuestas, la curruca
mosquitera (Sylvia borin). Un
contraste tan marcado entre las partes superiores e inferiores del cuerpo es impensable en esa curruca de plumaje pardo oliváceo uniforme. Si a ello añadimos la
ausencia de elementos tales como el aspecto fuerte y rechoncho, un pico robusto,
corto y cónico, y una proyección primaria muy larga, la decisión queda
suficientemente fundamentada. ¿Qué es lo que nos puede recordar entonces a una curruca
mosquitera? Quizás el gris de los lados del cuello, pero si nos fijamos en nuestro ejemplar, vemos que éste se extiende no sólo por los lados del cuello, sino que alcanza la
nuca, la parte posterior del píleo y rodea las cobertoras auriculares por su
parte superior hasta alcanzar el ojo.
PROFUNDIZANDO UN POCO
Descartada pues una de las especies,
probablementa la más fácil, nos encontramos ante tres especies que pueden presentar, y de
hecho presentan, problemas de identificación. La determinación del sexo y la
edad, siempre es un paso fundamental para una identificación correcta. Los
machos de Sylvia communis, S. conspicillata y S. cantillans se caracterizan por presentar plumajes muchos más
vistosos y contrastados que las hembras o las aves de primer invierno, tanto en
primavera como en otoño. En este sentido, el ave de la fotografía se ajusta más
al patrón de plumaje de una hembra o juvenil/primer invierno. En este caso en
particular hay dos casos potenciales de confusión: uno el que se puede dar entre Sylvia communis y S. conspicillata; y el otro entre S.
conspicillata y S. cantillans.
Caso 1: Sylvia
communis vs. S.
conspicillata
Ambas especies estan estrechamente
emparentadas. Sin embargo las diferencias en tamaño, estructura y plumaje son
lo suficientemente notables como para poder hacer una correcta identificación
en mano.
Sylvia communis |
Sylvia communis, por tamaño, estructura y proporciones se asemeja más a una Sylvia del tipo atricapilla. Una proyección primaria importante, cola larga y cabeza
grande con pico fuerte, de base ancha y profundamente insertado, contribuyen a
darle una apariencia bastante robusta. Justo lo contrario de lo que sucede con S.
conspicillata. Ambas especies comparten un plumaje muy semejante, que incluye un
conspicuo panel alar castaño rojizo, que abarca desde las grandes cobertoras y secundarias
hasta los márgenes de las terciarias. Dicho panel, sin embargo, es mucho más
vistoso y brillante en conspicillata, que muestra además unos márgenes de
terciarias y grandes cobertoras mucho más anchos, con el centro oscuro de las
terciarias más visibles, contrastados y menos redondeados en su extremo distal.
Atendiendo pues a tamaño, estructura y
proporciones, podemos descartar la curruca zarcera (Sylvia communis).
Caso 2: Sylvia
conspicillata vs. Sylvia
cantillans
Sylvia conspicillata (©www.nature-foto.ru/?paged=60) |
Estas dos especies son muy parecidas en tamaño
y estructura. Es en el plumaje donde presentan más diferencias. Las hembras/1r
invierno de cantillans son más
apagadas y menos contratadas que conspicillata,
con partes superiores pardo grisáceas y alas marronáceas sin grandes contrastes
en terciarias, secundarias y grandes cobertoras primarias externas, las cuales presentan un orlado marrón pálido o pardo amarillento discreto. Además el
contraste en las terciarias entre los centros oscuros (marrones) y los bordes
pálidos, es poco pronunciado, careciendo de los llamativos tonos castaño
rojizos de
conspicillata. No
olvidemos tampoco la proyección primaria, que es acusada en cantillans y muy reducida en conspicillata.
CONCLUYENDO
A partir de todo lo expuesto hasta ahora, podemos concluir
que el ejemplar de la fotografía, capturado en septiembre del 2012 en el río
Besòs (Barcelona) es un 1r invierno de curruca carrasqueña (Sylvia cantillans). De primer invierno, porque a simple vista se
ve un iris pardo oscuro envoltado de un anillo ocular blanco. La cantidad de
gris observada en píleo y partes superiores probablemente apuntan a un macho.
El análisis ha sido breve y sencillo, he recurrido a elementos que pueden ser observables en el campo. Ahora quedan unos meses para prepararnos hasta que estas especies vuelvan a visitarnos en su viaje de retorno al continente africano.
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