Siempre me pasa igual. Soy un sentimental sin
remedio. Cada vez que atravieso la ría de Tina Mayor me transformo en una bomba
de emociones, y no sólo en lo que respecta a lo “pajaril”, cada rincón de esta
tierra me trae profundos recuerdos. Casi 11 años fuera y aún la echo de menos
como el primer día. Y aunque los hechos parezcan contradecirlo, mi familia es
lo primero. Ellos ya saben lo que tengo en mente y lo aceptan con naturalidad,
aunque sé que desearían atarme, encadenarme, retenerme de cualquier manera para
disfrutar de mí por unos días, pero son comprensivos y entienden que dejar de
ver pájaros es para mí como morir un poco (¡vaya si me he puesto dramático y
exagerado!). Es por ello que toleran con cierta benevolencia, que me ausente el
día 24 de diciembre hasta que caiga la noche, que por esas fechas es como decir
a las seis de la tarde. Después ya vienen las comidas copiosas, las charlas,
las preguntas, las risas, y también las tristezas.
Pues así fue que el día de Nochebuena me fui con
mi amigo Pablo a ver las dos “blancas” que llevaban tiempo por el puerto de El
Musel. Si las gaviotas ya me gustan de por sí, estas especies árticas me hacen
babear. El ejemplar de primer invierno de Gavión hiperbóreo (Larus hyperboreus) es una de esos
bonitos ejemplares con un plumaje uniforme café con leche. Su corpolencia le
permitía competir son las pequeñas patiamarillas, hasta que llegava el chulo de
El Rendiello, un gavión (Larus marinus)
de primer invierno que los ponía a todos a raya sin compasión, incluidos los de
su propia especie. Si la hiperbórea tenía dificultades con el gavión, la
gaviota polar (Larus glaucoides), que
lleva en el puerto desde finales de julio de 2012, optaba ya directamente por
buscar lugares más tranquilos y alejados de semejante matón, sólo cuando el
gavión desaparecía se acercaba a compartir la comida que le echaban.
El gavión que no toleraba a las gaviotas |
Desde la costa central aasturiana hacia el
oeste, comienzan a verse con relativa frecuencia ejemplares de gaviota argéntea
(Larus argentatus). La mayoría son aves inmaduras, pero no es raro ver aves
adultas. Las explanadas del puerto, donde se reunen cientos de gaviotas
patiamarillas y sombrías, son buenos sitios para observarlas.
El pulmón verde de la ciudad de Xixón es otro
excelente lugar para ver gaviotas. Entre las numerosas reidoras y sombrías, hay
también patiamarillas y cabecinegras, y de vez en cuando se ven rarezas como la
Gaviota de Delaware (Larus delawarensis) de 2º invierno que apareció a
principios de diciembre.
Pero no todo fueron gaviotas, dediqué un
tiempo a ver dos especies que tenía localizadas y hacía tiempo que no
disfrutaba: un grupo de 7 cisnes cantores (Cygnus
cygnus) en la ría de la Villa, y un Havelda (Clangula hyemalis) en el embalse de San Andrés (Xixón).
No veáis lo bien que me sentó la cena de
Nochebuena.
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