El 3 de enero enfilamos camino hacia el este.
Dejar Galicia no es fácil. Y no nólo en lo sentimental, también en lo físico.
Parece que sea ella la que no quiere dejarte marchar, la carretera se eterniza
y a cada kilometro recorrido parece que se le sumen dos más. Al final aparece
ese cartel que indica que se acaba esa esquina noroeste, pero todo parece
seguir igual. El descenso hacia la meseta es paulatino, no hay un tránsito
brusco, hasta que de golpe los ocres dominan el paisaje y el horizonte pierde
su verticalidad y Galicia da paso a la meseta castellabo leonesa.
Muy próximo a Benavente se encuentra una de
las mejores zonas esteparias de la península, que extiende hacia el este de
manera ininterrumpida como un tapiz de formas suaves y onduladas. Villafáfila
es un paraiso para miles de ánsares. Allí pasan el invierno, alimentándose en
los campos de cereal o en las propias lagunas, hasta que allá por febrero su
reloj interno les dice que es hora de volver al norte, algunos a lugares tan
lejanos como las frías tundras siberianas, para críar.
Entre los muchos miles de ánsares comunes
(Anser anser), es posible encontrar otras especies más raras. En esta ocasión,
topé con un grupo de nueve ánsares caretos que disfruté junto a Toño Salazar,
Cristian Osorio y Graciela Fernández Arrojo entre otros. Junto a ellos un tarro
canelo (Tadorna ferruginea) también se dejaba ver. Mientras en la laguna de
Barillos disfrutamos como enanos con el Ánsar indio (Anser indicus) que está
invernando en las salinas.
Pero Villafáfila sólo fue el preámbulo. Casi
90km hacia el este está la localidad palentina de Fuentes de Nava. Y a tiro de
piedra la laguna de La Nava. Allí otros miles de ánsares comunes rompían el
silencio de la estepa y sus voces nasales llegaban de todas partes. El grup más
nutrido se alimentaba en unos campos al norte de la laguna. Comencé a observar
la gran bandada, hasta que apareció un ánsar careto, y luego y otro, y más allá
otros más y así hasta 61... ¡Sí, 61! No daba crédito. Un grupo de 16 barnaclas
cariblancas animaban la gran mancha gris con su policromado plumaje. Hubo un
momento en que parte del bando se levantó. Al final contéotros 14 ánsares
caretos en otro campo cercano a la laguna, que bien podrían pertenecer al gran
grupo inicial.
Ensimismado en los ánsares no recorrí más que
campos y campos, lo que me dio la oportunidad de disfrutar de una de las aves
más impresionantes de Europa, la Avutarda. Las habíamos visto en Villafáfila,
pero aquí sorprendimos, o más bien nos sorprendió, un enorme bando en vuelo de 152
exs.
Y con esa magnífica imagen en la retina, de
nuevo emprendimos camino hacia el este.
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